El café es la bebida más conocida por todo el mundo. No hay tierra o región que desconozca su existencia y su sabor tan particular. Proviene de la planta llamada cafeto originaria de los montes boscosos de Etiopia.
De Etiopia paso a Arabia y a la India probablemente a través de peregrinos musulmanes que viajaban a la Meca, ya que las rutas de peregrinación fueron al mismo tiempo, durante siglos, grandes rutas comerciales.
Sin embargo, los grandes propagadores del café fueron los holandeses, que explotaron grandes plantaciones del mismo en sus colonias de Ceilán e Indonesia.
Ellos fueron los importadores del cafeto y quienes lo aclimataron en los jardines botánicos de Ámsterdam, Paris y Londres, desde donde paso a la Guayana holandesa, al Brasil, a Centroamérica y a otros muchos países. Gracias a esto, en tres siglos esta infusión paso de ser casi desconocida a convertirse en una bebida universal que grandes maestros como Bach, Beethoven, Napoleón o Voltaire han consumido en grandes cantidades y elogiado desmesuradamente.
En su estado natural, el cafeto es un árbol, pero en las plantaciones comerciales se poda para conseguir un arbusto de 1.5 a 2 metros de altura. El cafeto requiere para florecer una temperatura bastante estable, un clima húmedo y un tipo muy concreto de suelo, por lo que solo se puede cultivar en regiones tropicales.
Los granos de café, que están envueltos en un fruto carnoso, se recogen una o dos veces al año, para después secarlos y exportarlos a los países consumidores, donde se tuestan.
El café contiene un alcaloide estimulante llamado cafeína, utilizado en ciertos casos para fines médicos. También incluye, entre otros componentes, ácido tánico y aceite esencial o volátil.
El aroma típico del café es debido a la combinación de la cafeína y el acido tanico.
El café de Arabia constituye el 90% de la producción mundial. Es una planta tropical de tierras altas que en la actualidad se cultiva sobre todo en America Central y Sudamérica.